Mañana me piro de Yemen. Tras tres meses y medio que han pasado volando esto se acaba… Una pena porque me lo he pasado muy bien. En este tiempo he hecho un puñado de buenos amigos, he conocido a mucha otra gente, he aprendido algo de árabe, he comido moco verde (y muchas judías aplastadas, o sea ful), he andado por unas montañas de cuento, he vivido en una de las casas de juguete de Sana´a en la que a veces no había electricidad, a veces no teníamos agua y otras ninguna de las dos cosas, he visto como España ganaba una Eurocopa en un ambiente que nada tenia que envidiar al de casa, no me he tomado ni una caña, he pasado horas sentado en la tienda de Abdullah (a veces con él y otras, como cuando se va a rezar, para vigilársela o discutir de fútbol con sus hijos), he comprobado lo chungo que es llevar una jambia y como se te clava en los… cada vez que te sientas, ha visto como se puede intentar nadar en un torrente, he bebido unos 1.000 vasos de té, he explicado que soy español, que no estoy casado y que no soy musulmán otras tantas veces. En este tiempo solo he visto la cara a 10 mujeres (y esto si que lo echo de menos), he asistido a la boda mas aburrida de mi vida y a una de las mas divertidas, me he perdido por el zoco unas cuantas veces, he aprendido a comprar qat (y perfeccionado mi estilo al masticarlo), he comprendido que por ser extranjero siempre pagare algo mas que los paisanos pero poco mas y que tampoco pasa nada por echar así una mano a la economía del país, me he encontrado con un madrileño que ha venido en una bici desde España (una bici que le hizo el Chopo en Sigüenza) y algunas otras cosas que ahora no recuerdo. De todo esto he escrito algo aquí. No lo he hecho de los millones de armas que hay en el país (en cada casa yemení hay, por lo menos, un kalasnikov) sin que la gente se líe a tiros con el prójimo como en EEUU, tampoco he hablado del tráfico y la forma de conducir de los yemeníes (coge la forma de conducir en España, haz todo al revés y tendrás una idea aproximada), no he contado el fregado que me dieron en un hamam (hasta casi despellejarme a fuerza de restregarme la espalda), tampoco de lo duros que son los niños aquí (hay que ver con que alegría se sacuden por cualquier cosa hasta que se cansan o los separa algún adulto), no he dicho nada del futuro de Yemen (en el que el papel de la mujer parece que cambiará seguro y tendrán más protagonismo si antes el país no se va a pique), ni de la necesidad que tienen los yemeníes de que se les conozca y no se les considere peligrosos terroristas que odian a todo el mundo, tampoco he descrito como el muezín llama a la primera oración del día a las 4:00 de la madrugada hasta despertar a todo el mundo con sus alaridos (tengo un vídeo que no he sido capaz de colgar) y algunas otras cosas que ahora no recuerdo… Será en otra ocasión porque esto se acaba. Mañana me piro con comité de despedida y promesa de volver así que ya habrá tiempo (Totally In Sha Allah! Que diría mi japo preferido) de contar estas y otras nuevas cosas que ocurran en este rincón del mundo.
Pero para resumir diría que, en estos meses, he comprobado el buen corazón de la mayoría de los yemeníes, la rapidez con que te hacen su amigo y el cariño con que te acogen y que te cogen desde el primer momento, de la facilidad con la que te ayudan cuando lo necesitas y de lo que se mosquean si no les dices que te echen una mano, de lo interesados que están por conocer como se vive en tu país y que tú conozcas sus tradiciones y las respetes. También he visto que para ser razonablemente feliz no hace falta complicarse mucho la vida y si tener tiempo para disfrutarla (algo que se nos olvida con facilidad y conviene recordar). Por todo esto, y porque es bien barato, creo que este país bien merece una visita a la que invito desde aquí. Ahora… se acaba lo bueno y empieza otro viaje. Veremos. Besos, abrazos y a pasarlo bien!
PD: Se me olvidaba otra razón para venir aparte de aprender a farfullar en árabe. Si en Europa nos volvemos locos con las dietas aquí uno pierde, sin darse cuenta, “esos incómodos kilos de más” (a veces sencillamente “esos kilos”). Yo vine con 79 y me voy con 73. ¿Dónde coño se han metido esos seis?
Pero para resumir diría que, en estos meses, he comprobado el buen corazón de la mayoría de los yemeníes, la rapidez con que te hacen su amigo y el cariño con que te acogen y que te cogen desde el primer momento, de la facilidad con la que te ayudan cuando lo necesitas y de lo que se mosquean si no les dices que te echen una mano, de lo interesados que están por conocer como se vive en tu país y que tú conozcas sus tradiciones y las respetes. También he visto que para ser razonablemente feliz no hace falta complicarse mucho la vida y si tener tiempo para disfrutarla (algo que se nos olvida con facilidad y conviene recordar). Por todo esto, y porque es bien barato, creo que este país bien merece una visita a la que invito desde aquí. Ahora… se acaba lo bueno y empieza otro viaje. Veremos. Besos, abrazos y a pasarlo bien!
PD: Se me olvidaba otra razón para venir aparte de aprender a farfullar en árabe. Si en Europa nos volvemos locos con las dietas aquí uno pierde, sin darse cuenta, “esos incómodos kilos de más” (a veces sencillamente “esos kilos”). Yo vine con 79 y me voy con 73. ¿Dónde coño se han metido esos seis?