Los colegas a los que tenía ganas de ver para saber de sus vidas son, sobre todo, estos dos de las fotos: Abullah Swaid (4?) y Ibrahim Gargas (23, creo), dos tipos majísimos que conocí hace seis años y que cuando he vuelto me han acogido como si no hubiera pasado el tiempo.
Abdullah Swaid es el dueño de Azal City, una tienda para todo: comprar recuerdos, organizar excursiones de turismo, preguntar donde comprar algo que te hace falta… y, lo mejor, un sitio para ir, sentarte con él y echar la tarde hablando en una mezcla de inglés y árabe que es más comprensible cuanto menos qat haya tomado. Hay veces que tiene una buena bola en el carrillo y entre eso (que es como hablar con la boca llena) y los efectos que tiene no hay quién entienda un carajo.
Cuando le conocí me dijo: hay gente a la que le gusta la televisión, otros el fútbol, mi hobby son los extranjeros. Y la verdad es que es así. Tiene conocidos de medio mundo y más de cien fotos con peña que lo prueba y que de vez en cuando te enseña. Yo voy casi cada tarde y ahí sentado, en el hueco que se ve a su derecha en la foto me tomo un té con él, me pregunta por lo que he aprendido, hablamos del gobierno y si tiene que rezar y no hay ningún hijo a mano para que vigile, se pira a la mezquita y me deja al mando, échale huevos. Si alguien viene por aquí no puede dejar de pasarse por Azal City y dejarse aconsejar por este tipo.
Un poco más lejos, en una placita está la bocadillería, por compararlo con algo, de Ibrahim. Otro fenómeno con el que echo buenos ratos y donde suelo cenar cada noche tortilla o judías aplastadas o una mezcla de todo que está bien rico. Esto es lo que tienen por la noche, por la mañana kebab, que aquí llaman a las albóndigas de carne que comen con una mezcla de cebolla, pimiento y tomate. El reencuentro con él fue muy emotivo. Que si la mano, que si besos en la mejilla en señal de amistad, que qué tal la familia… Luego sus hermanos, que hace seis años eran unos críos y que estan en la foto de ahí abajo, Ismail y Akram… En seguida me presentó a sus hijos, Jalil y Rahaf, y es que Ibrahim ya es todo un señor casado. Hace seis años estaba deseando, hace 5 se casó, hace 4 nació Jalil (el chico) y hace casi 2 Rahaf (una niña bien salada). Como no debe ser suficiente ayer me dijo que quería casarse otra vez pero con una española, así que si hay candidatas mandarme una foto para pasársela y lo estudiaremos.
Nada más llegar ya me invitó a comer a su casa, el viernes pasado, y a darle al qat en su mafrag, desde donde hice las fotos de Sana’a desde las alturas. Como esto ya lo he contado no digo más. Bueno, si. Me he cortado el pelo. Lo intenté ayer. No pude y acabé comprándome una chaqueta, aunque esto ya lo cuento mañana. Este de aquí abajo es el hijo de Ibrahim, Jalil, comiendo caramelos.
Abdullah Swaid es el dueño de Azal City, una tienda para todo: comprar recuerdos, organizar excursiones de turismo, preguntar donde comprar algo que te hace falta… y, lo mejor, un sitio para ir, sentarte con él y echar la tarde hablando en una mezcla de inglés y árabe que es más comprensible cuanto menos qat haya tomado. Hay veces que tiene una buena bola en el carrillo y entre eso (que es como hablar con la boca llena) y los efectos que tiene no hay quién entienda un carajo.
Cuando le conocí me dijo: hay gente a la que le gusta la televisión, otros el fútbol, mi hobby son los extranjeros. Y la verdad es que es así. Tiene conocidos de medio mundo y más de cien fotos con peña que lo prueba y que de vez en cuando te enseña. Yo voy casi cada tarde y ahí sentado, en el hueco que se ve a su derecha en la foto me tomo un té con él, me pregunta por lo que he aprendido, hablamos del gobierno y si tiene que rezar y no hay ningún hijo a mano para que vigile, se pira a la mezquita y me deja al mando, échale huevos. Si alguien viene por aquí no puede dejar de pasarse por Azal City y dejarse aconsejar por este tipo.
Un poco más lejos, en una placita está la bocadillería, por compararlo con algo, de Ibrahim. Otro fenómeno con el que echo buenos ratos y donde suelo cenar cada noche tortilla o judías aplastadas o una mezcla de todo que está bien rico. Esto es lo que tienen por la noche, por la mañana kebab, que aquí llaman a las albóndigas de carne que comen con una mezcla de cebolla, pimiento y tomate. El reencuentro con él fue muy emotivo. Que si la mano, que si besos en la mejilla en señal de amistad, que qué tal la familia… Luego sus hermanos, que hace seis años eran unos críos y que estan en la foto de ahí abajo, Ismail y Akram… En seguida me presentó a sus hijos, Jalil y Rahaf, y es que Ibrahim ya es todo un señor casado. Hace seis años estaba deseando, hace 5 se casó, hace 4 nació Jalil (el chico) y hace casi 2 Rahaf (una niña bien salada). Como no debe ser suficiente ayer me dijo que quería casarse otra vez pero con una española, así que si hay candidatas mandarme una foto para pasársela y lo estudiaremos.
Nada más llegar ya me invitó a comer a su casa, el viernes pasado, y a darle al qat en su mafrag, desde donde hice las fotos de Sana’a desde las alturas. Como esto ya lo he contado no digo más. Bueno, si. Me he cortado el pelo. Lo intenté ayer. No pude y acabé comprándome una chaqueta, aunque esto ya lo cuento mañana. Este de aquí abajo es el hijo de Ibrahim, Jalil, comiendo caramelos.
1 comentario:
Hola! estuve en yemen un mes estudianso arabe, en sana'a, vovlí hace dos semanas y media y ya tengo muchisimas ganas de volver. la gente allí es majísima y la ciudad muy bonita. yo fui un par de veces al "restaurante" de Ibrahim, me encantta su comida y él es super agradable! y me ha emocionado ver su foto en tu blog (x cierto lo he decubierto por el articulo d El Pais).
un saludo!
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