Después del café al coche y a armarnos de paciencia hasta llegar al puerto de la Quesera, base de nuestra expedición al Pico del Lobo. Los primeros kilómetros de la ascensión fueron cómodos. Es un camino facilillo y a pesar de la niebla que teníamos un bosquecillo y el propio puerto nos protegían del fuerte aire del norte que soplaba al empezar. Además de vez en cuando salía un poquito el sol que nos calentaba el cuerpo con lo que íbamos contentos. Las cosas se pusieron mucho más serias al llegar a la mesetilla desde la que se puede contemplar la provincia de Segovia y algo de Riaza, cuya estación de esquí quedaba a nuestros pies. Ahí el frío era más que notable. Un huracán del norte hacía que la sensación térmica fuera heladora con lo que no perdimos mucho tiempo y, después de echar un trago, salimos hacia la cumbre.
El primer repecho (duro de cojones) ya puso de manifiesto quién tenía más prisa que los demás. El amigo Pérez argumentando un muy justo: “Iñaki, lo que haya que hacer cuanto antes” empezó a correr hacia arriba. Espoleado por el frío y lo escaso de su equipación (chándal, sudadera y zapatillas en un día helador) empezó a sacar metros al resto del grupo desde el principio. Yo le acompañe un rato pero ante la posibilidad de un ataque al corazón por seguirlo opte por parar. Mientras el Balu trabajaba hablando por el móvil, el Lenon y el Migue hablaban de sus cosas y el Primi, espoleado en su amor propio porque acostumbra a subir el primero a los sitios, comenzó una larga caza al seguntino Alberto. El resto del grupo, una vez reunidos, admirábamos, en la distancia, la rápida subida de nuestros compañeros mientras no dejábamos de temblar por el frío que teníamos. “Toma que te dejo ropa”, “muchas gracias tío, estaba congelao”, “joder que frío, esto no es normal” eran los comentarios que íbamos haciendo mientras el Pérez y el Primi llegaban escapados a la cumbre seguidos por el Balu. Lo que iba a ser una agradable excursión terminó en una carrera hacia arriba y después otra hacia abajo por el frío. “Me he dicho ´que la congelación dure lo menos posible`”, apuntaba el Pérez en la cumbre, “dame el abrigo que llevas en la mochila que me jodo de frío”. Declaraciones de un campeón fortuito que nos dejó a todos estupefactos por la ligereza con la que se movió hacia arriba ese día. Incluso el segundo clasificado, el Primi Carlos, acostumbrado a correr cuando el terreno pica para arriba reconocía que “el Pérez había ido muy fino”. Una comida de hermandad en Majalrayo ponía punto final al I Gran Premio “Pico del Lobo” con el podio ya comentado: Pérez en primer lugar, el Primi el segundo y el Balu el tercero. La segunda edición de este GP tendrá tintes de desafío: dos generaciones se enfrentarán con un cabrito de por medio. El campeón Pérez y el Balu se medirán, si se ponen de acuerdo con las fechas, a los primos Tito y Rufino. Vencerá la resistencia de los veteranos o la fuerza de los jóvenes… Se admiten apuestas. Desde aquí prometemos informar de lo que ocurra.