Niebla y frío en el aparcamiento de Cotos. Comenzamos la subida resbalando a buen ritmo hasta los depósitos de agua ya que la nieve y el hielo que hay en el monte se concentra en el camino que pisamos. Una constante hasta la cumbre.
Andamos a buen ritmo parando aqui y allí para ver la imagen nevada de la Cuerda Larga que se ve desde aquí y echar un algún traguito de agua. Durante la subida echo en falta unos bastones como los que tienen el Lenon porque ayudan a mantener el equilibrio al resbalar en el hielo. Casi sin darnos cuenta afrontamos la subida final saludando al mucho personal que hoy sube hasta aquí y metiendo el pie hasta más arriba del tobillo en regatos de lo que parecía nieve firme siendo agua.
Coronamos y después de comer algo intentamos bajar directamente a la laguna desde ahí por el camino más recto. Error, la nieve se está deshaciendo y las piedras resbalan por culpa del agua. Aun así pasamos un buen rato descendiendo con nieve hasta las rodillas. Asi que vuelta a subir y por el camino hasta el desvío del refugio. Desde allí cruzamos hasta la laguna de Peñalara siguiendo las huellas de alguien que lo hizo antes. Lo mismo, la nieve de deshace y debajo de una buena capa blanca corren verdaderos ríos que me empapan los pies (algo tendrá que ver también el calzado poco adecuado que llevo).
En el borde de la laguna descansamos un rato al sol de enero y recordar la figura de ese gran divulgador de la montaña Sebastián Álvaro intentando imitar el estilo que imprime a los reportajes de Al filo. Cuando nos cansamos, vuelta al coche por un concurrido camino hasta Cotos. En total, unas seis horas para hacer esto con varias largas paradas. Buen día de montaña para empezar el año y perseverar en el objetivo: correr a todo correr. Hoy, subir a todo subir.